viernes, 29 de mayo de 2015

Por qué "no" significa "no" explicado con una taza de té


Un vídeo viral llama la atención sobre el abuso usando dibujos animados




Parece fácil de entender: sí significa sí; no significa no; y a veces se puede cambiar de opinión. Pues no es tan sencillo para algunos. Rockstar Dinosaur Pirate Princess, una  bloguera británica, ha colaborado con la productora Blue Seat Studios para intentar explicar de una vez por todas la necesidad de consentimiento previo a tener relaciones sexuales. Para evitar malentendidos han recurrido a una sencilla metáfora y dibujos animados. Té y consentimientoes el vídeo que desde el pasado 30 abril explica una vez más por qué no hay que obligar a hombres y mujeres a tener sexo si no quieren recurriendo a la preparación de un té.
La premisa es sencilla: prepara una taza, si tu acompañante dice sí, ofrécesela. Si dice no, no le obligues. Si primero aceptó, pero luego dudó, no le fuerces. Si por la noche quería y por la mañana ya no, no insistas. Si está inconsciente, ni lo intentes. Si en un momento de consciencia afirmó y luego se desmayó, no sigas. Por pueril que parezca la metáfora, si a nadie se le ocurriría forzar a otra persona a beber cuando no quiere o no puede, ¿por qué resulta tan complicado trasladarlo al sexo? "Esta simple explicación", como los propios autores reconocen, dura algo más de dos minutos y su primera versión en inglés, publicada en la plataforma Vimeo, acumula más de 2.500.000 de reproducciones. El vídeo ha llegado a España después de que el 12 de mayo se subtitulara al castellano en YouTube y ya ha conseguido más de 50.000 visionados.


La idea surgió en marzo, cuando Rockstar Dinosaur Pirate Princess publicó un post en su blog en el que no solo hablaba de preparar té, además aprovechaba el debate generado por el estreno de 50 sombras de Grey, el sadomasoquismo y el consentimiento para contextualizar cuál es la situación en Gran Bretaña. La bloguera cuenta cómo en las universidad inglesas se están regulando estas situaciones, explica un caso de abuso sexual que creó jurisprudencia en su país y llama la atención sobre otros sucesos de este tipo: el político progresista quedefendió a Julian Assange ante las acusaciones de violación asegurando que no era abuso si se estaba en mitad de juegos sexuales. El post se compartió más de 3.000 veces en Twitter y 10.000 en Facebook antes de que la bloguera, ante su éxito, decidiera convertir la analogía entre el té y el consentimiento en un vídeo.
Después fue recogido por distintos medios, entre ellos, la edición estadounidense de The Huffington Post. En Estados Unidos, las mujeres entre 18 y 24 años son las más susceptibles a sufrir violencia sexual, según un informedel departamento de Justicia que recoge el diario. La mayoría de estos abusos los cometen hombres que conocen y en el caso de las estudiantes universitarias, estos acosos no se comunican o no se investigan como le sucedió a una alumna de Columbia, en Nueva York. Emma Sulkowicz decidió cargar con el colchón donde un compañero la violó allá donde tuviera que ir para llamar la atención de la institución y que su agresor fuera expulsado.
En España el acoso sexual está tipificado como delito. La mayor encuesta a nivel mundial sobre violencia de género elaborada en 2014 por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea reveló que el 22% de las españolas que participaron en el informe confesó haber sufrido violencia física o sexual.
Fuente: El País

miércoles, 27 de mayo de 2015

El ascensor más rápido de América: 102 pisos en un apenas un minuto

Las cubiertas de los elevadores del One World Trade Center de Nueva York fabricadas por Thyssenkrupp funcionan como una especie de alerones

Instalación de una de las escaleras metálicas del One World Trade Center.
El grupo industrial ThyssenKrupp ha instalado los ascensores más rápidos de América en el rascacielos One World Trade Center de Nueva York, cuya inauguración tendrá lugar este viernes 29 de mayo. En total, ThyssenKrupp ha instalado 71 ascensores y 12 escaleras mecánicas en el One World Trade Center. Los cinco ascensores del Observatorio son capaces de viajar a casi 37 kilómetros por hora y de subir hasta el piso 102 en sólo 60 segundos, según ha informado la compañía. En el interior, sus tres paredes sus tres paredes recrean el desarrollo de la ciudad durante los últimos 500 años, en una espectacular panorámica virtual.
Los ascensores de alta velocidad de ThyssenKrupp están equipados con tecnologías especiales para conseguir y mantener el movimiento a velocidades récord. Las cubiertas de aluminio aerodinámicas desvían el aire y mantienen la velocidad, de manera similar al de un alerón de un coche. Un sistema de guía especial minimiza las vibraciones, asegurando un viaje más suave. Los materiales de insonorización de las cabinas del ascensor y de las puertas limitan el ruido, siempre según las explicaciones del fabricante.
ThyssenKrupp ha diseñado e instalado todos los ascensores y escaleras mecánicas del edificio. Los ascensores emplean la tecnología Destination Dispatch™ de ThyssenKrupp Elevator, que utiliza un software inteligente capaz de asignar a los usuarios el ascensor más adecuado a su trayecto para llevarlos a su destino lo más rápido posible.
Desde el diseño adaptado de los ascensores hasta los materiales de acero inoxidable el trabajo logrado en One World Trade Center no hubiera sido posible sin la demostrada trayectoria de ThyssenKrupp como un proveedor de soluciones innovadoras en una amplia gama de sectores. En este sentido, ThyssenKrupp está trabajando en la mejora de la movilidad de las personas y su interacción con las ciudades.
Así se verá New York desde las alturas.

Las accidentadas escaleras españolas

Dentro del complejo World Trade Center, España ha contribuido con la fabricación de las escaleras mecánicas del National September 11 Memorial & Museum. En 2010, la fábrica de ThyssenKrupp Norte en Asturias fabricó cinco escaleras para el World Trade Center National Memorial. A finales de octubre de 2012, con todas las escaleras instaladas en el museo y con el edificio a punto de terminar su cerramiento exterior, Nueva York sufrió el azote del huracán Sandy. El WTC y el museo en memoria del 11S sufrieron considerables daños. En concreto, tres de las cinco unidades producidas en Asturias para este museo estuvieron sumergidas en agua marina y contaminante durante días.
ThyssenKrupp Norte tuvo que volver a fabricar las tres escaleras dañadas, de complejidad y desnivel considerable, en tan sólo ocho semanas para asegurar que se pudiesen reemplazar las escaleras dañadas sin que este hecho afectase a la programación de construcción del museo y memorial del 11S.
Fuente: El País

sábado, 16 de mayo de 2015

Todas las voces del español

El idioma español es la suma de las maneras de hablarlo, como dejó escrito el filólogo mexicano Antonio Alatorre. Pero ¿conocemos todas sus variedades?

La inmensidad del léxico hispano y su distribución por zonas tiene pendiente todavía un trabajo enciclopédico: el ‘Diccionario del español universal’. Algunos están ya en ello


Escena en Ciudad Juárez (México). La palabra 'desponchadora' (recauchutados) pintada en el neumático anuncia un taller mecánico. / ALEX WEBB (MAGNUM (CONTACTO))
La lengua española goza de una gran unidad, casi nadie lo pone en duda. Dos hispanohablantes de cualquiera de los países que tienen este idioma como oficial y que acaben de conocerse se entenderán sin problema, a pesar de que de vez en cuando surjan en su diálogo tres tipos de palabras conflictivas (en muy diferente grado):
1. Las que uno de los dos no reconoce como parte de su léxico pero entiende perfectamente, sobre todo porque es capaz de deducir sus cromosomas: un español no se bañará en una “pileta”, pero sabrá a qué se refiere su interlocutor argentino cuando le proponga nadar un rato en ella.
2. Aquellas otras que se desconocen por completo: ¿qué querrá decir un mexicano que se refiere a su achichincle? (ayudante de poca monta).
3. Los términos que se conocen pero no significan lo mismo en según qué sitio (huiremos del verbo que surge de inmediato, pero podemos hablar de la “polla” –apuesta– o de la “cola” –trasero–; o recordar que cuando un venezolano “exige” algo, sólo está rogándolo encarecidamente).
En cualquier caso, se trata de pequeñísimas dificultades que se suelen superar con el contexto. De todas formas, ¿no estaría bien elaborar un Diccionario internacional de la lengua española que contuviese todas las palabras del español general (las que entiende cualquier hablante) y además el término más común o mayoritario en los distintos países y, aparte, los casos en que se dan divergencias entre ellos? ¿Y podría llamarse Diccionario del español universal?

También en la prensa de EE UU en español se busca la unidad”
Pues bien, ese proyecto existe. Desde 1997, y coordinado por el prestigioso lingüista mexicano Raúl Ávila, participan en él 26 universidades de 20 naciones (en España, las universidades de Alcalá y de Almería), algunas de ellas de países que no tienen el español como lengua oficial; pero nadie sabe cuándo se podrá terminar. El proyecto va caminando, y consiste en que esos centros académicos promuevan líneas de investigación que encajen con él.
El empeño se denomina oficialmente Difusión del Español por los Medios (DIES-M), un título modesto: ante la imposibilidad de abarcar con un sentido científico el vasto mundo del idioma, los filólogos involucrados se han dedicado a analizar el vocabulario de los medios de comunicación de todos los países, para extraer sus afinidades y sus divergencias. De momento, ya han comprobado que más de un 90% del léxico forma parte del “español general” (esas palabras como mesa, silla, soñar, dormir…). Y que también se dan divergencias, por supuesto; escasas, pero que acarrean sus problemas.
Juan Villoro, escritor y periodista mexicano, recuerda una anécdota de su compatriota José Emilio Pacheco, premio Cervantes en 2009. El poeta, fallecido en 2014 a los 74 años, solía contar su experiencia en un hotel de Madrid donde nadie entendió que pidiera “un plomero para componer la llave de la tina”. Lo que necesitaba, claro, era “un fontanero para reparar el grifo de la bañera”.
“En una sola frase”, explica Villoro, “casi todas las palabras eran distintas. Sin embargo, creo que normalmente se exageran las diferencias de vocabulario que se dan entre los países hispanos, pues la confusión suele ser más divertida que la claridad”.


Fotografía tomada en Argentina, con una escultura de León Ferrari. / ALEX WEBB (MAGNUM (CONTACTO))
Ese futuro diccionario que ahora parece más bien un sueño contendrá algún día el listado de las miles y miles de palabras comunes (“cabeza”, “zapato”, “bosque”, “casa”…) y también el de las variantes con mayor número de usuarios cuando se den distintas opciones para un mismo concepto; pero se cruzará este último dato con la dispersión del vocablo (es decir, con el número de países donde se emplee, pues no se considera suficiente con ganar por cantidad de hablantes, que para eso México se bastaría en la mayor parte de los casos). Por ejemplo, entre las variantes “acera”, “vereda”, “andén”, “sendero” o “banqueta” (todas las cuales nombran lo mismo), la ganadora sería “acera”, como se dice en España y otros países. Sin embargo, tanto España como México, que suman más de 144 millones de hablantes, perderían la batalla ante las opciones “ordenador”, “computador” y “computadora”. Ganaría “computador”, que no se oye ni en México ni en España.
En España se dice “coche”. Pero “carro” en México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Venezuela y Perú. En Cuba usan “máquina” (también en la República Dominicana y Puerto Rico), mientras que “auto” se oye con mucha frecuencia en Argentina, Chile y Uruguay. Ahora bien, en todos esos países se conoce como equivalente general la palabra “automóvil”. Ésta sería, por tanto, la voz adecuada para un texto que aspirase a ser recibido como natural por el 100% de los hablantes, aunque sólo a un 35,5% le brote su uso en una conversación.
¿Y para qué serviría este empeño?: para que todos los fabricantes de aparatos o todos los laboratorios farmacéuticos o todos los subtituladores de películas o todos los redactores de noticias que trabajan en español con destino a un público internacional pudieran elaborar un solo manual o prospecto, o una sola traducción, un solo programa de contestación automática verbal en consultas telefónicas de vuelos o de hoteles… Eso implicaría un notable ahorro de costes y de tiempo. Y una mayor eficacia ante los hablantes de las distintas modalidades del español.
El proyecto, en resumen, pretende abarcar el estudio de las principales variantes del idioma, jerarquizadas por su grado de difusión internacional, nacional y regional a través de los medios. De tal modo, quienes fueran capaces de usar ese “español internacional” en la comunicación verían reducidas las barreras léxicas para sus proyectos, ya fueran editoriales, periodísticos o tecnológicos.


Pintadas sobre la pared del interior de una plaza de toros de León, en Guanajuato (México). /ALEX WEBB (MAGNUM (CONTACTO))
Por ejemplo, un traductor que lleve al español una novela del Paul Auster puede escribir en un momento dado la palabra “cerilla”; opción que le sonará extraña y hasta extravagante a un lector de México (quien diría “cerillo”); pero eso no ocurriría si la tradujese como “fósforo” (término usado en España y en casi toda América, y entendido por cualquier hablante). Si se pone “cerilla” en boca de un personaje de Auster, muchos hispanoamericanos pensarán que ha de tratarse por fuerza de un personaje español.
Porque, como sostiene Ávila, “los traductores parecen ignorar que también existen españolismos”. Y ese futuro diccionario habrá de marcar como tales algunos miles de esos vocablos que ahora la Academia muestra como integrantes del español general y que sin embargo sólo se usan en España: “mechero”, “bragas”, “bañador” o “cotillear”, por ejemplo.
José Antonio Pascual, vicedirector de la Real Academia, elogia este reto de Raúl Ávila: “¡Todo lo que suponga disponer del mayor número de datos posibles referentes al léxico sea bienvenido! Siempre me ha gustado esta idea de Raúl Ávila”. Pascual entiende que el proyecto no podrá abarcar todo el ámbito del español (el léxico de cada pueblo, de cada aldea). Por ello, “la elección de un amplio corpus de la prensa es lo indicado: no sólo por la comodidad que ello supone, sino porque es el más cercano a lo coloquial, mucho más cercano que, por ejemplo, la lengua literaria”.

Ese propósito de acercar las distintas variantes del idioma se parece mucho a lo que se ha llamado la busca del español neutro. Pero se llegaría a él con una base académica y científica; y no se convertiría en un idioma español de ningún sitio, sino en un idioma de todos o, al menos, de la mayoría. Un léxico común que no se piensa para las obras literarias (donde aflora la riqueza léxica peculiar de cada autor y de su entorno) y que tampoco tiene como objetivo acabar con las variedades nacionales o regionales, sino contribuir a una mayor cercanía de los pueblos hispanos cuando se quieran evitar los malentendidos en una comunicación internacional y masiva.
Los estudios parciales que ya se han ido concluyendo muestran que más del 90% del vocabulario que se usa en periódicos, emisoras y televisiones es entendido en cualquier otro país hispano. El propio Raúl Ávila abordó un estudio en 1994 sobre 430.000 palabras pronunciadas en la radio y la televisión mexicanas y concluyó que el 98,4% de los términos correspondían al español general. Por tanto, el vocabulario diferencial se quedaba en un 1,6%.
Juan Miguel Lope Blanch analizó en el año 2000 un total de 133.000 vocablos del área de Madrid correspondientes a la norma culta, y encontró que el 99,9% era vocabulario común a México. Otro de los estudios acometidos en este proyecto señala que el doblaje de la película La chaqueta metálica hecho en México habría servido perfectamente en España si nos atenemos al vocabulario (no así por el acento, claro). Por tanto, sólo se habría necesitado un trabajo de subtitulación y no dos, según el estudio que hizo el propio Raúl Ávila.
La doctoranda Luana Ferreira, neoyorquina de padres dominicanos,defendió el pasado abril en la City University de Nueva York una tesis (Densidad léxica: estudio comparativo entre la prensa hispana de Estados Unidos e Hispanoamérica) en la que se comparan tres periódicos estadounidenses en español (de Los Ángeles, Miami y Nueva York) con otros tres de la América hispana (México, Colombia y Argentina); y llega a la conclusión de que las palabras marcadas como ajenas al español general suponen menos del 1%. Según se lee en la tesis, se usan 10 anglicismos en la prensa norteamericana por cada 10.000 palabras; y el 99,8% de los vocablos escritos en los periódicos de Hispanoamérica y el 99,7% de los términos de la muestra estadounidense están registrados en el Diccionario de la Real Academia Española. A ello hay que añadir que, por ejemplo, ni “bicisenda” (Argentina), ni “carril bici” (España), ni “ciclopista” (México) figuran en el Diccionario, pero cualquier hispanohablante las entenderá cuando lleguen a sus oídos por primera vez.
“Todo esto significa”, interpreta Ávila, “que también la prensa norteamericana en español busca la unidad lingüística”.
Por ello, el filólogo mexicano expresa sin disimulos esta idea:
–Es muy importante mantener la unidad idiomática, gane quien gane y pierda quien pierda.
–¿EL PAÍS debería escribir entonces “computador” en vez de “ordenador”?
–Claro. En México perderíamos con “acera” en vez de “banqueta”, y ustedes perderían con “computador”; y nosotros también, porque decimos “computadora”. Y perderíamos ustedes y nosotros con “maní” en vez de “cacahuete” y “cacahuate”, porque “maní” se usa en más países y por más hablantes. Si usted quiere emplear un término del español internacional, diga “maní”, y diga “papa” en vez de “patata”. Pero la norma hispánica se tendrá que hacer entre todos, sin predominio de ninguno
¿Y eso no acarreará que en cada país se dejen de emplear los términos específicos o diferenciados? Se supone que no. Simplemente, se trata de crear un registro internacional para facilitar la comprensión en casos muy concretos, no de arruinar la riqueza y diversidad de nuestra lengua.
Raúl Ávila recurre a un antiguo aforismo para remachar: “Todo lo que no es universal es folclórico”.
Las conversaciones entre hispanohablantes carecen de problemas de comprensión, pero hallarán menos dificultades cuanto más culto sea su registro. Sobre todo por el gran conocimiento pasivo que tenemos de las demás variedades (quizás un español peninsular no diga ni “platicar” ni “plomero”, pero entenderá perfectamente al mexicano que use esos términos; sobre todo en una situación comunicativa determinada). Además, en gran cantidad de casos deducimos los significados al percibir esos cromosomas que se descubren dentro de las palabras (si nos hablan de una persona “confiable”, ya entendemos que es alguien de fiar).
Humberto López Morales, secretario de la Asociación de Academias de la Lengua Española, escribió en su libro Aventura del español en América: “Hace ya muchos años que se viene echando en falta un repertorio léxico del español general”. Pero también prevenía contra el empobrecimiento: “Se piensa, equivocadamente, que la buscada neutralidad se consigue simplificando la lengua, reduciendo el vocabulario a mínimos insospechados”. Al contrario, esos trabajos contribuyen a resaltar la riqueza y la variedad del idioma: un solo concepto dispone de muchas formas para ser expresado.
Sin embargo, sostiene Raúl Ávila, los medios –desde la imprenta a Internet– siempre han promovido la unidad de las lenguas. Y su estilo no influye tanto en la gente: “El estilo de los medios es uno; y el de las conversaciones, charlas o pláticas en una cantina o bar, otro. Los medios promueven la unidad, pero los individuos tienen el recurso de la variedad, de acuerdo con el contexto y sin más limitación que el uso adecuado de un vocabulario íntimo. Recordemos que en algunas circunstancias se prohíbe decir malas palabras, pero en otras se prohíbe no decirlas”.
También se puede concluir que en cuestiones como los prospectos farmacéuticos o las instrucciones para usar un extintor con eficacia más vale asegurarse de que no haya equívocos. Y además, según los expertos aquí consultados, siempre resultará útil tener codificadas las afinidades y las diversidades de la lengua, para escoger de entre ellas según el caso; y, sobre todo, para que de esa manera crezca el conocimiento de los usos alternativos de una palabra hasta que incluso se puedan asumir un día como sinónimos. Así sucede ahora en España entre “juerga” y el americanismo “farra”, tomado ya como propio.
Y aunque ese Diccionario universal del español se demore, los estudiosos de nuestro léxico creen que no hay nada que temer, ni ahora ni luego, porque la facilidad de los hablantes para conversar sin problemas en todo el ámbito del español seguirá vigente sin que nada de esto los perturbe.
Fuente: El País

miércoles, 13 de mayo de 2015

Los países donde se bebe más alcohol (MAPA)

EL HUFFINGTON POST


España bebe por encima de la media, pero está lejos de los niveles de ingestión de alcohol de otros países que se llevan la palma. Y en el número uno, sorprendentemente no está Rusia. Los estonios (con 12,3 litros de alcohol puro por habitante y año), los austríacos (12,2), los franceses (12) y los irlandeses (11,7) son los habitantes adultos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que más beben, según un informe.
El ranking quedaría así:
alcohol
ESPAÑA, POR ENCIMA DE LA MEDIA
España, con 9,8 litros de alcohol anuales por adulto, se sitúa en mitad de la tabla (decimoctava posición de 34), por encima de la media global de la OCDE (9,1 litros), por debajo de Alemania (11) o Portugal (10,8), pero por encima de Estados Unidos (8,6), Japón (7,3), Italia (6,1), México (5,1) y, sobre todo Turquía (1,5).
El caso de Italia es particularmente significativo porque en dos décadas (entre 1992 y 2012) el consumo de alcohol por persona se ha hundido un 42,5 %.
España, con un descenso del 19 % en esos 20 años, se colocó en el grupo de los que vieron descender el volumen de alcohol por habitante, en términos porcentuales más todavía que Japón (-18 %) y Suiza (-18,7 %), aunque menos que en Alemania (-20,3 %), Portugal (-20,6 %), Grecia (-21 %), Eslovenia (-22,1 %) y Francia (-23,6 %).
En el otro extremo, la subidas fueron vertiginosas en términos porcentuales en esos 20 años en Estonia (57,7 %), Israel (50 %), Noruega (36,2 %), Islandia (34 %) y Polonia (24,1 %).
También hubo ascensos muy pronunciados en algunos grandes países que no pertenecen a la OCDE, como Rusia (57,7%, hasta 11,2 litros por habitante), India (56,3% hasta 2,5 litros), China (52,6% hasta 2,5) y Brasil (39,6% hasta 7,4).
LOS CHECOS BEBEN CERVEZA; LOS FRANCESES, VINO
Por tipos de alcohol, los mayores bebedores de cerveza en la OCDE son los checos (6,79 litros de alcohol puro al año), seguidos de los austríacos (6,10), alemanes (6,01), polacos (5,90), irlandeses (5,73), belgas (5,19) y españoles (4,87). La media es de 3,77 litros.
Por lo que se refiere al vino, en cabeza están los franceses (6,60 litros), portugueses (6,02), daneses (5,02), suizos (4,96), luxemburgueses (4,86) e italianos (4), frente a una media de 2,83 en el "Club del mundo desarrollado".
En cuanto a licores, y más allá de la singularidad de Rusia (fuera de la OCDE, con el máximo de la lista en 5,67 litros, debido esencialmente al vodka), las cifras más altas se dan en Eslovaquia (5,06), Estonia (4,18), China (3,98), Polonia (3,80), Hungría (3,70) y República Checa (3,30), comparado con una media de 2,05.
Fuente: El País

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